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Colección Cuadernos, La Luz del Peregrino

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Luz del Valle pone a disposición de los lectores un extenso trabajo de editorialización de las charlas y estudios brindados por Daniel Gagliardo. Un profuso y enriquecedor trabajo grupal ha permitido desgrabar, resumir y pasar a formato literario la esencia de estos encuentros. Desde el cuaderno número uno, dedicado a La Entrega, el lector podrá contar con un esclarecedor material de estudio y consulta. Esta serie coleccionable y de características inéditas, está destinada a ofrecer un armonizante acompañamiento a aquellos seres que buscan profundizar la actual transición terrestre en comunión con las renovadas energías cósmicas que hoy conducen nuestro planeta hacia la Ley Evolutiva Superior.
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¿Qué es la entrega?
Es ofrecer nuestra consciencia como herramienta incondicional al Único. Ofrecer, como legítimo retorno a la Vida Única, esencia, vida y consciencia. La entrega es estar receptivos para que lo que está arriba pueda expresarse en lo que está abajo y así se le posibilite descender. Se le llama así a sintonizar la voluntad inferior con aquella voluntad superior. La expresión más elevada de la entrega es la no interferencia con la expresión de nuestras energías interiores en los niveles concretos. De tal modo, estas energías podrán operar por medio del flujo de la vida interior en este campo externo donde nos expresamos al estar encarnados. Facilitando la acción de nuestros potentes núcleos internos que debe ser proyectada aquí, en este nivel de consciencia.
Así la entrega es el estado de receptividad logrado cuando nuestra partícula interna nos abastece de un flujo de energías supramentales; permitiendo que aquello existente en los niveles superiores nos encuentre disponibles para poder anclar aquí en nosotros. Como ser debo entregar todo lo que soy en vida y en consciencia. Tengo que llegar a sentir un nosotros.

¿Qué es lo que debe ser entregado?
Como ser debo entregar todo lo que soy en vida y en consciencia. Tengo que llegar a sentir un ahogo genuino, impostergable, de entregar lo que soy al Padre, a la esencia interna donde la voluntad superior está presente. A partir de ahí, cuando empiezo a resolver esto de entregar mi vida y mi consciencia, lo que soy como ser aquí en estos planos a esa voluntad interior, vemos cómo resolver determinadas cuestiones que se plasman en nuestras vidas y con las cuales algo tenemos que hacer. Porque si entregamos esas cuestiones sin modificar el campo, el parámetro, sin modificar ese terreno que nosotros somos, de nada sirve. Nada de lo que me pasa lo puedo entregar a nada ni a nadie, si no entregué el continente donde aquello está siendo desenvuelto, asumido, donde aquello está ahí, está encastrado, donde aquello está ahí sostenido y en experimentación. Nosotros somos ese continente, donde todo está ahí ocupando una dimensión muchas veces innecesariamente; posiblemente ya sin ningún sentido. ¿Y cómo puedo entregar lo que está en un continente si no entrego el continente mismo? Es imposible, porque siempre el continente va a volver a ser llenado por lo que la ley crea que debe ocuparlo. Porque aquel continente, aquel elemento, no está en manos de quien corresponde: La ley misma. Entonces, mientras el continente no esté en manos de la ley, la ley va a ofrecer a ese continente todo lo necesario para movilizarlo, ampliarlo, transformarlo. Y así ese continente pueda concientizar para qué o para quién él es aquello que es y en qué debiera convertirse. Tenemos que ser como un cáliz. Un grial que pueda ser llenado por ciertas energías. Mas para ello debemos elevarlo y sostenerlo indeclinablemente hacia lo alto.
Nosotros somos realmente de origen sagrado. Es lo sagrado, lo divino, lo interno, aquello que volcó estas energías que somos en la materia. Tenemos la tarea evolutiva de entregar esto que está volcado en el mundo material, retornarlo, y la entrega es la forma de retorno que el ser tiene para resolver esta cuestión. Entregamos esto que somos a lo superior y estamos resolviendo cómo retornar. Nadie impedido de entregar a lo superior aquello que él es en estos planos puede resolver el retorno de su esencia-consciencia; la liberación de su luz para proseguir el camino, para no permanecer encapsulado. Nuestra vida misma, con todo lo que en ella esté ocurriendo debe ser entregada. No solo los traumas, los miedos, ansiedades, ambiciones; tenemos que entregar toda nuestra vida a ese proceso interno, a esa vivencia interna, a aquella coyuntura interior, a esa voluntad interna.
Si estamos mal aquí, en desequilibrio, tenemos que buscar la consciencia interna para equilibrarnos. Si eso no basta, hay seres entrenados interna y kármicamente para colaborar con desequilibrios psíquicos. Tenemos que ir y abrirnos a ese trabajo psiquiátrico, psicológico, terapéutico; aunque, al acompañar ese proceso de manos de un terapeuta, simultáneamente, no debemos olvidar poner por encima de todas esas cosas nuestra vida en manos de la voluntad superior. Voy al consultorio de un psicólogo y al mismo tiempo voy entregando mi vida a lo superior, todo el contexto de mi vida, todo el contexto de mi consciencia. Vida y consciencia lo pongo, lo ofrezco, lo entrego, porque si no soy capaz de entregar mi vida a lo superior, así me ponga en manos de quien me ponga, no estoy trabajando con apertura a la vida interna. Hasta no sobrellevarlo de esta manera poco o nada resultará. Mis avances van a ser limitados, no van a ser efectivos, estando siempre a expensas de retrocesos.
Tenemos que tener la capacidad de utilizar todas y cada una de las herramientas que la vida coloca. Se puede buscar la ayuda de un terapeuta transpersonal, alguien que ya esté trabajando psicológicamente con apertura a la vida interna. Ha de ser una persona con capacidades específicas, quien al tratar al paciente sostenga la propia consciencia hacia la voluntad superior. Así y todo, toda terapia y terapeuta son elementos transitorios, recordando que si no ponemos el contexto íntegro de nuestra vida en manos de esa voluntad superior aquello no va a ser suficiente. Hemos de preguntarnos para qué un ser se entrega. ¿Para seguir fortificando la satisfacción de sus metas personales? ¿Para que la voluntad inferior siga haciendo su deseo? Un ser comienza a transitar su entrega al comenzar a discernir en armonía la ignorancia en la que se encuentra. Quien se entrega debe haber confirmado que él no sabe nada; que no sabe qué hacer de la vida o para qué está ahí, que realmente nunca va a saber qué hacer si no permite revelarse a aquello que todo lo sabe y este haga a través de él.
El principio de la entrega es curvarse ante esta que es su realidad; y con humildad él sepa que está abarcado y conducido por una Vida Única y superior, pero que hasta no hacerse receptivo de esa conducción nada de lo que haga va a ser realmente la acción, la proyección, el reflejo de esa vida superior. Mientras que el ego, esta energía reencarnante y a través de los vehículos de la personalidad, continúa receptivo del juego de fuerzas de la materia, no hay entrega. Lo que tiene que hacer el ego es entregar todo lo que compete al universo material donde él está haciendo su aprendizaje, su proceso. Con el alma, lo que debemos concretar es estar abiertos a su influencia. Ella vive en sí misma y en su propio nivel, distintos aspectos de esto que nosotros llamamos entrega. Ella tiene sus propios votos que renovar, como así también la mónada tiene su trabajo que hacer asistida por el regente.
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